El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido.Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?”.El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,porque no hay nada imposible para Dios”.María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”. Y el Ángel se alejó.
En Lucas 1,26-38 el Ángel Gabriel aparece saludando María diciéndole: “Alégrate llena de gracia el Señor esta contigo”.
La palabra “alégrate” aparece en el antiguo testamento referida a las promesas de Dios, de mesianísmo, en Sofonías 3, 14; en Joel 2, 21; en Zacarias 9,9; en el libro de las lamentaciones. María queda desconcertada porque esas promesas, hechas a pueblo de Dios, vienen a cumplirse en el encuentro sorprenderte que tiene con el Ángel que le anuncia que el Espíritu Santo va a engendrar en su seno al que va a ser el redentor. Jesús. María se llena de alegría y todo el pueblo en ella se alegra.
El Señor está con nosotros y la alegría es grande. Que ninguna tristeza, preocupación o agobio pueda con la fuerza de ésta alegría en este tiempo previo a la navidad.