Jesús dijo a sus discípulos: “Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”.
Pedro preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”.
El Señor le dijo: “¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: ‘Mi señor tardará en llegar’, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.”
La vida de fe es un camino. Un camino que implica comprometerse con el día a día, en el amor a Dios y a los hermanos. El discipulado justamente es eso, vivir preparados en el amor. Como dice San Juan de la Cruz: “en el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor”. Esto lo vemos en el evangelio de hoy, Lucas 12, del 39 al 48: hay que estar preparados para la venida del Señor. Te dejo algunas ideas para nuestra oración de hoy:
En primer lugar, el movimiento se demuestra andando. Cuenta la historia que el filósofo griego Diógenes dijo esta frase en una disputa en la que se cuestionaba la existencia del movimiento. Entonces, saliendo del lugar en el que estaba dijo: el movimiento se demuestra andando. El Señor nos avisa que la mejor manera de prepararnos como discípulos-misioneros no es enfrascándonos en pensamientos complicados, sino más bien poniéndonos en marcha. Hay que dejar de preocuparse y empezar a ocuparse. Hay que poner todo en manos de Dios, sí, pero también trabajar activamente por el Reino. Con decir “qué mal que estamos” qué vamos a solucionar, con estar todo el tiempo en modo negativo, cómo vamos a mejorar. La preparación de la que Jesús habla no se refiere a una espera pasiva, a algo que no te involucra. Justamente, todo lo contrario. El preparase implica acción, implica actitud, es un ocuparse. Por eso la Palabra nos deja esa pregunta: “¿cuál es el administrador fiel y previsor?”. Qué lindo que el Señor siempre te encuentre trabajando por el Reino, no con los brazos cruzados, sino con ardor en el corazón, con esperanza en el hermano y con ganas de transmitir el amor de Dios donde estés. ¿Cómo te imaginás que podés trabajar por el Reino en este miércoles?
En segundo lugar, trabajá el desapego. Los apegos no son buenos, los apegos nos llevan a querer apropiarnos de todo y de todos. Para luchar contra eso recordá que sos administrador, no dueño, que nada te pertenezca. No te olvides que en esta vida todo es regalo de Dios. Somos administradores y estamos llamados a colaborar en la obra de Dios. No solamente con lo material sino también con lo espiritual, con los dones que el Señor te dio. Si no los compartís con tus hermanos, los vas a perder. ¿Qué estás haciendo con tus dones? Especialmente en este tiempo de cuarentena, ¿qué estás haciendo con lo bueno que Dios te dio? Acordate que a quien mucho se le dio, mucho se le pedirá.
Por último, cuidá tu relación con Dios. Necesitamos tener humildad para reconocer que sin Dios, no sabemos hacia dónde ir. ¿Qué estás haciendo para mantenerte cerca de Jesús? Acordate que lo valioso se cuida y que quien se siente seguro, debe cuidarse de no caer. Si sentís que en tu vida te falta algo, que le vas perdiendo el gusto al día a día, acércate y dejá que Dios te transforme.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.
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