Miércoles 22 de Abril del 2020 – Evangelio según San Juan 3,16-21

martes, 21 de abril de
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Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.

 

 

Palabra de Dios

P. Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

Qué lindo este tiempo pascual, tiempo de gozo por el Resucitado, tiempo de alegría compartida por los 25 años de Radio María Argentina. Y si hay algo que Dios nos regala es la oportunidad de vivir en amistad con Él. Fijate cómo Jesús nos sostiene y acompaña, Él siempre está. Pero, para recibirlo, para abrir el corazón, para ser agradecidos y tener esperanza, tenemos que vivir con fe.

Esa es la propuesta que nos regala el Evangelio de hoy, Juan 3, del 16-21. Vivir con fe para abrazar a Jesús, que dio su vida por vos y por mí, para que tengamos vida y vida en abundancia.

Tenemos tantas oportunidades de acrecentar nuestra fe, tanta creatividad tiene Dios con nosotros. Sin embargo, no siempre lo aprovechamos. El Señor nos invita a que no lo dejemos pasar de largo, que lo recibamos en nuestra vida. Lo central de la fe es creer en el amor de Dios, que envió a su Hijo único para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga Vida eterna. ¿Qué te parece si dejamos que esta realidad, esta verdad, entre y vaya penetrando en nuestro corazón y nuestra vida? Hay que querer creer, ese es el punto de partida. Pero todo, todo, absolutamente todo es gracia de Dios. La fe es un don, no es una conquista personal, es un regalo que hay que aceptar.

¿Cómo se hace para aceptar el don de la fe? Pienso que el evangelio nos da la clave: dejar que nuestra vida se ilumine por la presencia de Dios. Dicho de otro modo: dejarme amar por Jesús, encontrarme con Él para que su presencia me levante. El amor de Dios es un misterio porque es fiel e incondicional. Dios ama. ¿Cuándo? Siempre; ¿cómo? Mucho. Acordate que el amor no es algo que se merezca, se da y punto. Uno decide responder o no. Dios nos amó primero, Dios te amó primero. Cristo vive y te quiere vivo. Esta realidad que suena bonita, no pueden ser solamente palabras bonitas. Te tienen que ir transformando para que vos también puedas amar en lo concreto. No pasa solamente por el hacer, o por el saber, sino por dejar que Dios haga, que Dios ame, que Dios te renueve, que Dios te llene de su paz y alegría. ¿Estás dejando que Dios te ame? Si todavía te cuesta, no te preocupes, a todos nos pasa. Pedile esa gracia al Señor, creele y déjate abrazar por su misericordia. Acercate a la luz del Espíritu Santo. Hoy te propongo que prendas una velita y que te animes a rezar un Padrenuestro pidiendo a Dios la gracia de una fe viva y activa, una fe que se comprometa en el amor y salga también al encuentro de los hermanos que sufren.

Ayudá y dejate ayudar. Dios quiera que en este tiempo de pandemia y cuarentena aprendamos a descubrir que el egoísmo y las divisiones no nos llevan a nada, y que solo vamos a salir adelante si aprendemos a vivir como hijos del mismo Padre, como hermanos en Jesús.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.