Miércoles 23 de Febrero de 2022 – Evangelio según san Marcos 9, 38-40

martes, 22 de febrero de
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Juan le dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros.» Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.»

 

 

 

Palabra del Señor

Padre Sebastián García sacerdote del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram

 

 

 

Jesús viene dando instrucciones comunitarias en el capítulo 9 de Marcos y este es el marco en que suceden las palabras del evangelio de hoy. De un lado están los celos de los discípulos y del otro lado la misión de salvación universal que el mismo Jesús trae.

Los discípulos fácilmente caen en la trampa de la universalidad a la medida del propio pensamiento y creencia. Entienden que Jesús viene para todos. Claramente. Pero eso es solamente en orden a los destinatarios de la evangelización y no a sus agentes. Es decir, Jesús llama a todos en orden a ser discípulos, llama a algunos en orden a ser pastores, guías o maestros.

Esta es la tentación en la que caen los discípulos: piensan que ellos son únicos y especiales. Que no puede haber otros. Que todo va a pasar por ellos. Que ellos son los únicos mediadores de la gracia de Dios.

Jesús los corrige inmediatamente. No son los únicos y no todo pasa por ellos. Hay otros y otras que también son pastores, maestros, guías. Es verdad. No serán como ellos. Pero también son llamados por Dios Padre.

Esto nos puede ayudar a nosotros y a nuestra vida espiritual: pensar que somos únicos en el orden de lo que Dios hace con nosotros. Los católicos somos los buenos. Y dentro de ellos, los curas y las monjas somos los mejores. Esto no es así de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia. Esto es así ni puede ser así.

Tenemos que pedir la gracia de Dios para vencer a fuerza de luz y amor la tentación del exclusivismo en la Iglesia Católica. Abrir los ojos y descubrir que Dios llama a todos y que incluso fuera de los límites visibles de la Iglesia hay bien, bondad, verdad… ¡y llamado!

Dicho de otra manera, aceptar el desafío de la fraternidad universal planteada en Fratelli Tuti por el papa Francisco. Abrirnos a una multiforme gracia de Dios que no se somete a nuestros esquemas mentales. Un Dios que no viene a cumplir los caprichos de mi corazón. Un Dios que gracias a Él es muchísimo más grande que nuestra conciencia.

¡Coraje hermano y hermana! ¡Mucho coraje! Porque al saber que no somos los únicos esto no nos tira para abajo sino que abre nuestro corazón a la verdadera sinodalidad y al diálogo sencillo y fecundo.

Te abrazo fuerte de corazón en el Corazón de Jesús.