Miércoles 28 de Septiembre de 2022 – Evangelio según San Lucas 9,57-62

lunes, 19 de septiembre de
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Mientras Jesús y sus discípulos iban caminando, alguien le dijo a Jesús: “¡Te seguiré adonde vayas!”. Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Y dijo a otro: “Sígueme”. El respondió: “Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios”. Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos”. Jesús le respondió: “El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.

Palabra de Dios

Padre Nico Ceballos |Sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza

 

 

 

Te comparto algunas reflexiones a la luz de este Evangelio. La lectura de hoy nos regala 3 escenas como parte de una misma historia. Por eso meditaremos cada una de las partes por separado.

“El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. El Evangelio comienza con esta advertencia de Jesús: Ir tras el maestro es hacer su mismo camino y vivir de la misma manera que él. Si vamos a seguirlo, que no nos motive hacerlo la búsqueda de alguna seguridad terrena. Jesús promete para sus discípulos una vida de itinerancia donde lo único firme es el anuncio de la Buena Noticia. Él no promete que quien lo siga tenga algún tipo de beneficio o rédito. En este contrato no hay bienes que se entreguen como contraprestación, pues el único bien es el Señor. Esto queda clarísimo cuando observamos la escena de la última cena. Seguramente el grupo de los 12 habrá escuchado más de una vez este ideal de no tener un lugar donde reclinar la cabeza. Ideal que se hace tan palpable cuando Juan, el discípulo amado, reclina la cabeza en el pecho del Señor. Nuestra única riqueza es la cercanía del Sagrado Corazón de Jesús, inflamado de amor. No lo seguimos por ganar un “algo”, más bien para estar con “Alguien” que en definitiva lo es todo.

Continúa el Evangelio diciendo: «Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre.» Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios.». Estas Palabras duras de Jesús ponen a la luz la radicalidad y urgencia de la tarea del anuncio. ¡Es ahora! ¡Es ya! No se puede posponer por nada del mundo. Hay miles de hermanos que están agonizando y necesitan escuchar este anuncio de vida. Esto nos debe urgir: es necesario que todos los hombres conozcan la Buena Noticia de Jesús.

En esta misma línea continua la última parte del Evangelio de hoy: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos.» Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios.» Los evangelizadores, enviados por el Señor, tienen como meta el horizonte del campo por sembrar. No vale la pena detenerse a mirar hacia atrás añorando la vieja vida que uno llevaba, pues de aquí en adelante todo es novedad.

En su conjunto el Evangelio nos ayuda a comprender la exigencia de ser discípulo. Es una tarea sin tiempo que nos lleva toda la vida y que nos hace poner toda la fuerza interior para poder lograrla. La Buena Noticia es que, si Jesús te ha llamado, Él mismo te ha dado la fuerza para que puedas realizar tu misión. ¡Ánimo! ¡Él te envía! Recordá las palabras del final del Evangelio de Mateo: “Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos”