Miércoles 29 de Julio del 2020 – Evangelio según San Juan 11,19-27

lunes, 27 de julio de
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Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.

Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”.

Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”.

Marta le respondió: “Sé que resucitará en la resurrección del último día”.

Jesús le dijo: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”.

Ella le respondió: “Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”.

 

Palabra de Dios

Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

En el evangelio de hoy vemos este encuentro entre Jesús y Marta. Lázaro estaba enfermo, le avisan al Señor, pero él decide no ir inmediatamente, espera unos días y claro, finalmente Lázaro muere. Todo es tristeza, Marta sale al encuentro del Señor, María queda en la casa. Un pasaje que conmueve porque es un poco también como nuestra propia historia, nuestra propia vida. Es esa historia en los momentos de tristeza y desolación, cuando todo es pregunta, cuando todo es dolor, cuando todo es sufrimiento, cuando no tenemos nada en claro y salimos al encuentro del Señor. a veces para dejarnos abrazar y consolar por él, a veces para reprocharle, pero Jesús sigue estando ahí.

Nos puede pasar en nuestra relación con Dios lo que le sucede a Marta. No la juzgamos: tiene el corazón triste. Ella sale a ver a Jesús y pone primero sus planteos. Vos y yo quizás hacemos lo mismo, le llevamos una lista de cuestionamientos, de planteos, de reproches al Señor: primero somos nosotros. “Señor, si hubieras estado aquí antes, mi hermano no habría muerto”. Pero ella sale al encuentro de Jesús. Aunque no entiende, sale dolida, así como está, con su vida a cuesta, con su cruz, con su dolor. Y el Señor invita a Marta a hacer una confesión de fe, una de las más grandes del evangelio.

La conversión de Marta no empezó en ese momento sino en ese momento en que Jesús le dice “Marta, Marta. Te agitas y te inquietas por muchas cosas, pero una sola es la importante”. Esta experiencia de dolor es la que hace que Marta mire lo más importante, porque la cruz te hace mirar eso: sin Jesús no somos nada, sin Él nada vale la pena, todo se vuelve gris y un sinsentido. Los planes, los caminos, los propósitos que te podés armar son nada en comparación con lo que Dios piensa para tu vida. Por eso el Señor aprovecha para hablarle de la vida en medio de la muerte, hablarte de la luz en medio de la oscuridad, hablarte del pecado y la reconciliación en medio del sufrimiento.

Y le basta un paso, un pequeño salto de fe para darte todo lo nuevo. Basta tu respuesta. Mirá, yo no sé cómo está tu vida hoy: a lo mejor estás muy bien, a lo mejor muy mal, Dios sabe. Pero me atrevo a decirte que independientemente de cómo estés, hoy podés dar un salto de fe. Detrás de lo que no ves hoy hay cosas más grandes, están los planes de Dios. Tené esperanza, pedile al Señor paciencia, aunque no entiendas todo. Acordate que “Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman” (Rm 8, 28), para manifestar su gloria. Jesús es la resurrección y la vida, ¿creés esto? ¿le creés al Señor? Bueno, demostráselo a Él y a los que tenés al lado. Que en este día de Santa Marta que el Señor nos aumente la fe.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.