Miércoles 30 de Septiembre del 2020 – Evangelio según San Lucas 9,57-62

martes, 29 de septiembre de
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Mientras Jesús y sus discípulos iban caminando, alguien le dijo a Jesús: “¡Te seguiré adonde vayas!”.

Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”.

Y dijo a otro: “Sígueme”. El respondió: “Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre”.

Pero Jesús le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios”.

Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos”.

Jesús le respondió: “El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.

 

Palabra de Dios

 

Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

Estamos culminando el mes de septiembre y también el capítulo 9 del evangelio según san Lucas, versículos del 57 al 62. La Palabra de este día miércoles nos invita a meditar un tema fundamental de nuestra vida de fe: el seguimiento y la vocación. Todos somos llamados, todos estamos invitados a responder en el amor y la fidelidad. La clave es aprender a discernir cómo, cuándo y dónde nos llama Dios. En el pasaje de hoy Jesús nos cuenta las exigencias de este seguimiento. Te dejo algunas ideas para nuestra meditación:

En primer lugar, estás hecho para lo grande. Fijate cómo empieza el evangelio: “alguien le dice a Jesús: ¡Te seguiré adonde vayas!”. Qué linda frase para tener en la mesita de luz, ¿no? Incluso hasta hay canciones con esta imagen. Lindo propósito para terminar el mes de la Palabra: querer seguir al Señor, decírselo a Él. Pero el Señor siempre responde dando un paso más, profundizando en el misterio de nuestra vocación. Miren, dice Jesús, el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. Pienso que para nosotros este puede ser un buen cable a tierra y a cielo. Seguir a Jesús no es una cosa romántica o algo del momento. Tiene que ser una decisión que se fundamente en el deseo más hondo de tu corazón porque estás hecho para lo grande. Acordate que Jesús es el único que da respuestas, que da la respuesta a tu existencia, a tu felicidad. Más que tener todas las respuestas, vos contentate con tener buenas preguntas: ¿qué te está pidiendo Dios hoy? La voluntad de Dios está en lo que apasiona tu corazón. ¿Qué busca tu corazón?

En segundo lugar, cuidate de las excusas. Dios no conoce de excusas porque Él es fiel con vos y a vos. En el pasaje de hoy aparecen dos personas a los cuales Jesús les dice “sígueme”, el Señor los invita. Esa es también nuestra vida de fe. Ellos quieren responder, sin embargo ponen el “pero”, ponen excusas. Uno dice “dejame ir a enterrar a mi padre”, otro “dejame ir a despedirme de los míos” A veces en la respuesta al Señor vos y yo también tenemos que dar un salto de fe, aunque no veamos todo claro. Fijate cuáles son tus “peros”, cuáles son tus limitaciones, cuáles son tus frenos, tus miedos, tus ataduras. Porque el Señor hoy te lo dice a vos: “el que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. Ocupate de las cosas de Dios y Él se va a ocupar de las tuyas. Viví el desprendimiento de todo lo que te separa de Dios y tratá de seguir con tu vida su voluntad. Él te va a dar la gracia que necesitás.

Por último, viví en el entusiasmo. La única manera de estar en seguimiento permanente de la voluntad de Dios es desde el entusiasmo. Entusiasmarse significa literalmente vivir en “el soplo interior de Dios”. Es que justamente, si no le estamos encontrando gusto a la vida no es porque falte de la vida, es que falta de nosotros. El día a día, por más difícil que parezca, es también una oportunidad para descubrirte amado (y sostenido) por Jesús. Hay que pedir ese entusiasmo. Pero, ojo. No es una simple actitud positiva, es mucho más: es saber que vas con Dios. Pensalo hoy: ¿a esa cursada virtual? Vas con Dios. ¿Camino a hacer las compras? Vas con Dios. ¿Misa a distancia? Vas con Dios. ¿a Orar? ¡Vas a Dios! No te digo que le pongas una sonrisa a todo. Te pido que dejes que dejes que Jesús te haga sonreír. Acordate que la fe es mirar la vida con los ojos de Dios. Hacé el intento, viví entusiasmado, viví con, en y para Dios. Él va con vos.

Que tengas un buen día, y que la bendición de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.