Miércoles 4 de Marzo del 2020 – Evangelio según San Lucas 11,29-32

lunes, 2 de marzo de
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Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: “Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.

Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.

El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.

El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.

 

Palabra de Dios

Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

Dando estos primeros pasos por el camino de la cuaresma vamos descubriendo cómo el Señor nos va acompañando en el día a día. Por eso su Palabra nos ilumina y es un desafío llevarla a nuestra vida. De discernir y de tomar decisiones importantes, de cambiar dejándonos transformar por el Espíritu Santo, de eso se trata el tiempo de cuaresma.

En el evangelio de hoy, Lucas 11, del 29 al 32 nos encontramos a un Jesús que observa. El Señor ve a la multitud que se apretujaba, que tenía una actitud egoísta, un corazón duro y le sale lamentarse. ¿De qué se lamenta el Señor? De la falta de fe de estas personas. Piden signos, signos y más signos para creer, pero no se animan a dar el salto. Por eso Jesús menciona a la Reina del sur y a Jonás, pero sobre todas las cosas se pone Él mismo como signo del amor y del Reino de Dios que llega a nosotros. En torno a esto podemos pensar en algunos puntos para nuestra oración de hoy.
En primer lugar, revisá tu vida. Vemos a un Jesús un poco distinto de lo que estamos acostumbrados, no? Un Jesús que le reprocha a la multitud sus malas actitudes y dice “esta es una generación malvada”. Llama la atención esto porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, con capacidad de amar y de ser amados. Pero nos podemos enfríar si nos alejamos de Jesús, podemos caer en la costumbre y dejarnos llevar por la tentación. Si no estamos atentos, nuestro corazón se puede ir vaciando y ahí es cuando llega la incredulidad. Podríamos pensar hoy qué cosas deberíamos cambiar, qué actitudes molestan a los demás, qué cosas duelen en el otro por causa nuestra. Acordate que la penitencia en este tiempo es un lindo ejercicio, pero el que la tiene que hacer sos vos. No te vuelvas una penitencia en la vida del que tenés al lado. Dejate transformar por Dios. Animate a pedir perdón y a perdonar.

En segundo lugar, confiá en los signos de Dios. Esto es algo que el Evangelio nos regala, saber que Él siempre está, que no es disimulado, que te va a dar signos en tu vida, pero te va a mostrar lo que necesitás. Ni más ni menos. ¿Viste cómo a veces nos come la ansiedad, viste cómo a veces nos roba la paz la incertidumbre? Bueno, eso no viene de Dios, así que buscá la calma, descansá y confiá en Él. Todo terminará bien, Jesús está con vos. No se trata tanto de pedir signos, sino más bien de reconocer los que ya están. ¿Cuándo la voluntad de Dios parece no coincidir con la tuya, cómo reaccionas? Pedí la gracia de la docilidad.

Por último, la conversión permanente. Esto lo descubrimos todos los días, necesitamos del amor y la misericordia de Dios. Somos barro que camina y que tropieza, pero el Señor está ahí para levantarnos. Fijate cómo a veces nos falta confianza en Dios. La conversión es un camino de todos los días, es mirar a Jesús. Él es más que tus limitaciones, que tus miedos, que tus angustias, que tus pecados. Poné la mirada en Dios y tenete misericordia. Confiá en Dios, Él te quiere cambiar.

Que tengas un buen día, y que la bendición de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.