Miércoles 6 de Enero de 2021 – Evangelio según San Mateo 2,1-12

martes, 5 de enero de
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Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”. Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. “En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel”. Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: “Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje”. Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.

 

Palabra de Dios

P. Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

Queridos amigos de Radio María, muy feliz comienzo de año y muy feliz fiesta de la Epifanía del Señor. Junto con toda la Iglesia hoy celebramos este episodio tan lindo de la vida de Jesús y de la Sagrada Familia.

“Epifanía” significa mostrarse, aparecer, dejarse ver, manifestarse. Es lo que celebramos, que Dios se ha querido revelar en Jesucristo. Cuántas veces, quizás, hemos pensado que Dios es un ser lejano, ¿no? Que no nos escucha, que no tiene que ver con nuestra vida. Bueno, la fiesta de hoy nos confirma que Dios está aquí, como dice aquella conocida canción: “tan cierto como el aire que respiro”. La fe de los cristianos no se fundamenta en un Dios apático sino más bien empático. Sí, porque Dios se puso en nuestro lugar, en nuestros zapatos, en lo que vivimos. Desde la encarnación, todo lo verdaderamente humano te habla de Dios. Por eso hoy meditamos Mateo 2, del 1 al 12. La llegada de los reyes magos. Te dejo algunas ideas.

En primer lugar, aprender a observar. Estos sabios que llegan desde muy lejos para ver a Jesús nos pueden dar una mano muy grande en nuestro GPS espritual. No llegaron así nomás, se prepararon, buscaron, esperaron. Ellos supieron ver, supieron descubrir las señales de Dios y reconocer esa estrella entre muchas otras. Supieron discernir porque tenían el corazón dispuesto. Así que atención, tomate tu tiempo. Cuando no encuentres señales, prepará bien el corazón y volvé a observar, porque Dios siempre se hace presente en lo cotidiano. Estás en búsqueda, estamos en búsqueda como estos magos. Acordate que lo que tu corazón más anhela es la presencia de Dios. Hacete el propósito, pedilo como una gracia: Señor, que yo sepa discernir siempre tu voluntad. No dejes de buscar. Lo esencial es invisible a los ojos, pero no a los ojos de la fe. Ponete en manos de Dios.

En segundo lugar, no dejes de caminar. La búsqueda de nada sirve si no hay un camino para recorrer. Lo mismo pasa con las señales de Dios: si no las seguís, no te van a servir para nada. Los magos vieron la estrella porque se pusieron en camino, porque estaban buscando algo importante. Hay que levantarse, hay que disponerse a caminar como hicieron estos sabios de oriente. Fijate la diferencia en la actitud que tienen estos magos en comparación con los escribas y sacerdotes consultados por Herodes. Estos últimos sabían bien dónde iba a nacer el salvador, pero esto parecía no interesarles. Habían dejado de caminar. Por eso, y hay que repetirlo durante todo este año: ponete en camino hasta que caminar se vuelva lo cotidiano. No basta con saber que Jesús nació si no te encontrás con Él. Estos sabios llegan de lejos y se postran delante del Señor. Animate a caminar con Dios. ¿Por dónde vas a caminar este año? ¿Qué vas a hacer para que el Señor sea el centro?

Por último, para el Señor, lo mejor. Imaginate la escena del evangelio de hoy: María, José, el niño Jesús y estos sabios que llegan desde lejos. La hemos visto infinidad de veces, pero anímate a ponerte vos también en ese lugar. Seguramente María y José se habrán sorprendido, seguramente las ofrendas de los magos los habrán ayudado a subsistir. Pero qué lindo saber que tu don, que tu ofrenda, ayuda a la Sagrada Familia. Porque sí, vos podés ayudar a Dios y estás llamado a ser instrumento de su amor con los demás. ¿Te preguntaste hoy cómo podés ayudar a Jesús? Un Mesías que se hace presente así, en la fragilidad del niño de Belén pero también en cada hermano y hermana que necesitan de tu generosidad. No te guardes tus dones, ofrecelos al Señor en el que tenés al lado. Acordate, creemos en un Dios empático, no apático. Que no te coma la indiferencia.

Que tengas un buen día y que la bendición del buen Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.