Miércoles 6 de Noviembre del 2019 – Evangelio según San Lucas 14,25-33

martes, 5 de noviembre de
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Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: “Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: ‘Este comenzó a edificar y no pudo terminar’.

¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”

 

Palabra de Dios


Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

En este día miércoles, la Palabra de Dios en el Evangelio de Lucas, nos propone hacer el ejercicio de meternos en la escena. Jesús que iba con una gran multitud, todos lo buscaban y comienza a enseñar acerca de las exigencias del seguimiento y del discipulado. Meditemos algunas ideas:

En primer lugar, primero es la elección, luego la renuncia. Qué bueno darnos cuenta que estamos siguiendo a Jesús, y que este camino tiene sus sacrificios también. Hoy la Palabra te invita a prestar atención a las huellas de Jesús en tu vida. Si te cuesta, si al final decís “Bueno, quiero seguir al Señor pero qué difícil se me hace. Nadie me entiende, es demasiado lo que me pide, son muchas renuncias”, no te desesperes. El Señor sabe, el Señor te conoce mejor de lo que vos te conocés. Y por eso te invita a amarlo en primer lugar. Siempre lo primero es el amor, siempre lo primero es la elección. Nadie renuncia por la renuncia misma, sino que primero viene una elección. Ojo, eh. Dios cuando te llama no te dice que dejes de amar. No te dice que no ames a tu familia, a tus amigos, a tu vida. ¡Es justamente lo contrario! Te pide que ames en serio, que ames a fondo, que ames radicalmente. Pero te avisa, que si no lo amás antes a Él y desde ahí te ponés a amar lo otro, vas a fracasar. Dios te hace libre para amar en serio. ¿Escuchaste bien? Es una invitación grandísima la que nos hace el Señor. Amar en todo y a todos. Por eso San Pablo nos pide que la única deuda entre nosotros sea la del amor. Así que no le tengas miedo a las renuncias en tu vocación, sea cual sea, Dios te va a dar mucho más de lo que te imaginás. ¿Te animás a confiar?

En segundo lugar, todo a su tiempo. Dice la Palabra que antes de dar pasos importantes, tenemos que tomarnos tiempo para discernir. Por eso Jesús pone el ejemplo del hombre que quiere edificar una torre y del rey que está por salir de campaña. Bueno, así estamos llamados a que sea nuestra relación con Dios. Él también tiene sus tiempos y no es para nosotros conocerlos. De hecho, nos hace bien no conocerlos. Lo mejor es saber esperar para discernir.

Si Dios te dijera, “por adelantado”, cuánto vas a tener que esperar para que tus deseos o sueños se hagan realidad, ¡te daría ansiedad! ¡Por eso no te lo dice! Solamente un: “Esperá. Yo cumplo mi Palabra. No estoy apurado. Con el pasar del tiempo, te estoy preparando para que estés listo para recibir la promesa”. Acordate que un momento de paciencia puede parar un gran desastre. Pero un momento de impaciencia puede arruinar toda una vida.
La paciencia es esa cualidad que no se rinde ante la circunstancias, ni cede ante la presión de una prueba.
La paciencia no es ponerte una máscara, ni pretender algo que no es. Si es la paciencia de Dios lo que tenés, te va a llegar la paz. Es poder decir: “Yo confío en Dios. Confío que Dios es más grande que mi problema.

Por último, hay que cargar con la cruz. Este es el estilo cristiano porque Jesús ha recorrido antes este camino. Nosotros no podemos pensar la vida cristiana fuera de este camino. El estilo cristiano, sin cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana. El estilo cristiano toma la cruz con Jesús y va adelante. No sin cruz, no sin Jesús. Animate a tomar la cruz que Dios permite en tu vida y pedile las fuerzas para llevarla. ¿Qué te parece si hoy tomamos esa decisión? Caminar con Jesús y que Él nos ayude a llevar la cruz de cada día. Acordate que es el camino para encontrarle sentido a todo, que tu oración se haga tu ofrenda. Nunca te olvides que “Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman”.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.