Miércoles 7 de Agosto del 2019 – Evangelio según San Mateo 15,21-28

martes, 6 de agosto de
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Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: “¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”.

Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: “Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos”.

Jesús respondió: “Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”. Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: “¡Señor, socórreme!”. Jesús le dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros”.

Ella respondió: “¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”. Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!”. Y en ese momento su hija quedó curada.

 

Palabra de Dios


P. Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

Hoy, 7 de agosto, celebramos a San Cayetano, patrono del pan y del trabajo. Este santo tan querido y recordado por nuestro pueblo argentino. Ponete a pensar, estoy seguro que alguna vez pasó por tu mano alguna estampita de él. Hoy lo recordamos pensando en el evangelio de san Mateo, capítulo 15, del 21 al 28. La palabra nos muestra el encuentro de Jesús con una mujer que se acerca para pedirle por su hija. Meditemos algunas actitudes que podemos llevar a nuestra propia vida.

En primer lugar, animate a interceder. La mujer en el evangelio nos invita a intercerder y san Cayetano también. Una pedía por su hija, el otro por su pueblo. Cayetano había nacido en Italia en el siglo XV en el seno de una familia noble, estudia abogacía y se recibe con unacarrera prometedora. Comienza a trabajar en la corte del papa Julio II, le iba bien, pero necesitaba algo más. Él mismo lo decía:
“Siento que día a día mi vida suspira por amar a Dios. Mis años de abogado me enseñaron que el pueblo necesita palpar a Dios a través de las obras de los cristianos, de su acción, de sus enseñanzas, de su entrega. Quisiera hacer siempre la voluntad de Dios: esto deseo, y a esto aspiro. Ahora voy a dar otro rumbo a mi vida. Mi camino es dejar todo sin mirar atrás. Uniré mi propia vida a la Cruz de Cristo. Seré sacerdote.”
Y es claro, a todos Jesús no les pide ser sacerdotes, pero sí donar la vida. Dar la vida por amor, donarse en lo concreto. Ayudar con gestos y no solo con promesas y palabras para construir todos juntos la cultura del encuentro.
Estoy seguro que hoy podés pedir por alguien más. No pidas solamente por vos, convertite en intercesor por el bien de los demás. Dando, recibís. No desconfíes del poder de la intercesión: Dios siempre escucha la súplica confiada. Nunca te canses de pedir por los demás porque seguramente hay alguien que pide por vos.

En segundo lugar, pidamos trabajo. Qué maravilla ver cómo tantos hermanos hoy nos acercamos a diferentes templos, Iglesias y santuarios para pedir y agradecer. Pedimos por la tierra, por el techo y pedimos por un trabajo digno, pedimos por la justicia social. Hoy como pueblo nos acercamos al Señor de la historia para recibir de Él escucha, consuelo y bendición. Y desde ahí consolarnos, aunque sea con un abrazo o un apretón de manos, pero con la certeza de que Dios no nos abandona. Cuando pedimos trabajo estamos pidiendo poder sentir dignidad; y en esta celebración de San Cayetano pedimos esa dignidad que nos confiere el trabajo; poder llevar el pan a casa. La dignidad de los hijos de Dios.

Por último, perseverá. Otra actitud de esta mujer era que gritaba. Le gritaba a Jesús: “¡Ten piedad de mí!”. No se callaba, pero no imponiendo, sino insistiendo. La súplica de esta mujer estaba llena de perseverancia. Es algo que tenemos que imitar: no cansarnos de orar. A veces no vemos frutos y bajamos los brazos. Pensamos que Dios no nos escucha, que no puede obrar en nuestras vidas. Muchos no conocemos lo que Dios puede hacer. A veces, como en el evangelio de hoy, Dios aparece como sordo, pero permite esto para que vos aumentes tu fe y perseveres. Hermano, hermana, aunque no veas resultados, aunque parezca que Dios no te escucha, perseverá. Por eso qué lindo lo que dice el Señor: “Qué grande es tu fe”. Rezá siempre, porque Dios sigue ahí. Que tu fe sea constante en el seguimiento de Jesús.

Que en esta fiesta de San Cayetano todos sepamos acompañarnos y soportarnos mutuamente. Y lo hagamos con cariño, cercanía y oración, y pidamos también para nosotros esa gracia: que nunca nos falte trabajo, ese trabajo al que nos envía el Señor y que nos confiere dignidad.

Que tengas un buen día, y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.