Miércoles 7 de Octubre del 2020 – Evangelio según San Lucas 11,1-4

lunes, 5 de octubre de
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Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos”.

El les dijo entonces: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino; danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”.

 

Palabra de Dios

 

Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

Hoy, 7 de octubre, celebramos a la Virgen del Rosario. Muchos lugares recuerdan a su santa patrona en este día, una de las devociones más antiguas del país, por lo que vamos a compartir del evangelio según san Lucas, el capítulo 1, versículos del 26 al 38. La Palabra nos regala el relato de la anunciación. Nos encontramos con este misterio tan grande, el misterio del amor de Dios, el misterio de la Encarnación, de un Dios enamorado que se hace uno de nosotros, que comparte nuestro camino y que respeta la libertad de sus criaturas. Hoy celebramos el amor y la docilidad de María, de la madre de Dios, de su “sí” que cambió la historia. Es el relato de un antes y un después en la historia de la humanidad. ¿Así que por qué hoy no te animás a pedirle a Dios que también haya un cambio en tu vida? Transitando estos tiempos de pandemia, cuarentena, crisis, desigualdades sociales, problemas políticos y económicos, necesitamos encontrar un hilo de luz, un poco de esperanza. Y como siempre recurrimos a nuestra madre, como hijos que están cansados, recurrimos a ella para que nos acerque a Jesús. En este día de la Virgen del Rosario te propongo algunas ideas:

En primer lugar, acordate siempre de María. Dice la Palabra que el nombre de la virgen era “María”. Llama la atención este versículo porque muchas veces podemos olvidarnos del nombre de María y la realidad es que solamente con pronunciar su nombre ya algo sucede en nuestro corazón. Solamente con recordarla a ella el Señor nos regala paz, nos regala consuelo, nos anima en la esperanza. ¡Qué lindo hacer presente a María en nuestras vidas! Hay gente que a lo mejor no es muy cercana o muy apegada a nuestra madre del cielo, hay gente que incluso dice “mi relación es con Jesús y con eso me basta”. Y claro que es con Jesús, pero el Señor te lleva a María y María te lleva a Jesús porque, donde está el Hijo, está la Madre. Así que proponete esto, pedilo como una gracia. Acordate del piropo que el ángel Gabriel le hace a María: “llena de gracia”. Enamorate del amor de María, enamorate de su “sí” y dejá que el Espíritu Santo llegue a tu vida. Llamala siempre: cuando estés bien, nombrá a María; cuando no sepas a dónde ir, acordate de María; cuando no des más, andá a María como un hijo que va a los brazos de su madre. Siempre que la dejamos entrar, nos cambia todo. Y para eso tenemos el rezo del Rosaro, que no es ni más ni menos que contemplar los misterios de la vida de Jesús tomados de la mano de la Virgen. “Rosario” significa “corona de rosas” y, tal como lo definió el propio San Pío V, “es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María y meditando mientras tanto en la vida Señor”. Si no lo sabés rezar, siempre se puede aprender. Da el primer paso.

En segundo lugar, viví la confianza. Dice el evangelio que el ángel le anuncia a María que el Espíritu Santo vendría sobre ella y la fuerza del Altísimo la cubriría con su sombra. María hizo experiencia del poder de Dios porque confió en ese “No temas, María”. La confianza hoy en día nos cuesta un poco, especialmente en estos tiempos. Pero cuánto nos cambiaría la vida si pusiéramos nuestra confianza en Dios, eh. Sería bueno mirarla a María y cómo ella toma las noticias de Dios: ella primero calla, dice que sí y sigue confiando. La Palabra no dice que ella entendió todo, dice que ella dijo que sí. Buen tiempo este entonces para no querer controlar todo y empezar a confiar más en Dios. Acordate que para Dios no hay nada imposible, necesitamos la gracia de la docilidad: aprender a decir que sí. ¿Te estás animando a decir que sí? Que podamos confiar como María: “hágase en mí según tu palabra”.

Por último, viví la fraternidad. Qué lindo poder celebrar a la Virgen María como modelo de discípula y misionera. Qué lindo poder celebrar a la Virgen María como Madre del Pueblo. Qué lindo poder celebrar a la Madre de Jesús que nos la regala como nuestra. Tenemos un Padre, tenemos una madre, somos familia, todos somos hermanos. Que como dice el Papa Francisco, esto nos lleve a tomarle gusto y sabor al evangelio. Preguntate quién es tu hermano hoy y pedile al Señor la gracia de amar.

Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.