Misioneros de corazón ardiente: este es Dios diciéndome que aquí es donde yo tengo que estar

martes, 14 de mayo de
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En la Parroquia Santísimo Sacramento de la ciudad de Tucumán hay un grupo de adolescentes que se llaman “Misioneros de Corazón Ardiente”. Junto a la beata Luce Badano comparten una certeza: “No tengo nada más, pero tengo aun mi corazón y con el puedo siempre amar”. Facundo cuenta que “Misioneros de Corazón Ardientes es un grupo donde tenemos diferentes actividades , juegos, momentos de oración y reflexión , tenemos campamento y lo más importante es la misión”.

https://www.instagram.com/p/BugEuy5D68b/

 

“Mi vida como una Misionera de Corazón Ardiente”

 

Mi nombre es Aylen Zelarayán y formo parte del grupo Misioneros de Corazón Ardiente Jóvenes. Llevo casi 2 años en este hermoso grupo y les voy a compartir mi experiencia.

En octubre de 2016 entré por primera vez al grupo, para ser honesta, entré con mucho miedo de no encajar, de ser ignorada (típico miedo de adolescente). Me sentí totalmente bienvenida, todos se me acercaron y hablaron conmigo como si nos conociéramos de hace mucho tiempo, mis miedos quedaron atrás y pensé: este es Dios diciéndome que aquí es donde yo tengo que estar.

Pertenecer a este grupo me llenó un gran vacío que sentía en mi corazón, ya que conocí a personas con las cuales puedo ser yo, puedo gritar: ¡Que viva Cristo! Sin ser juzgada. Puedo pedir ayuda y sé que ellos estarán conmigo.

Aún recuerdo mi primera misión, fue impresionante ver a tantos chicos sonriendo y divirtiéndose con nosotros, desde ese momento supe que mi misión es servir.

A veces pienso que si no hubiera asistido ese sábado de octubre no hubiera conocido a personas como Antonella (una de nuestras cordis) y mucho menos a alguien como Andrea, ella fue el eslabón principal para poder olvidarme de mis miedos e inseguridades. Para mí ella fue, es y será nuestro hermoso ángel guardián.

Este grupo es lo mejor que le pasó a mi vida. Siento que les debo mucho (al grupo y a la Parroquia), me recibieron con sus brazos abiertos, con sus oídos dispuestos a escucharme y con su corazón listo para dejarme entrar.

Hoy puedo decir que mi corazón arde por este hermoso grupo y sin ellos no sería lo que hoy soy. Por ello mi meta es compartir uno de los dones que me fue dado para hacer un gran cuadro con Jesús como protagonista, con sus brazos abiertos y donarlo a la Parroquia como signo de mi agradecimiento.