No lo escucho a Dios

lunes, 8 de marzo de
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¿Te pasó alguna vez de sentir que la oración te costaba, o que no podías escuchar lo que te decía Dios?

A mi sí, muuuchas veces…

¡Y pensaba que sólo a mi me pasaba! Lo cual era un poco frustrante: sentir que la comunicación con Dios no era buena, y encima que no tenía ningún técnico conocido para ayudarme a solucionar el problema.

Con el tiempo fui descubriendo que a todos nos puede pasar, esas subidas y bajadas propias de la vida, también están en la fe.

¿Cuál es el punto de mencionarte esto? Poner sobre la mesa esta fe real, que no siempre nos animamos a compartir, que tiene momentos que nos cuesta más, que no entendemos, estamos desanimados o no escuchamos.

Ahora bien, que nos pueda pasar no quiere decir que nos tenemos que instalar comodamente en esa situación, sino que es una invitación para aprender y crecer.

En esos momentos me resultaron útiles algunas cosas. En primer lugar, saber que me acerco a Dios y que él me recibe con todo lo que soy y cómo estoy, esto quiere decir que no tenía que esperar que pasen mis debilidades, dudas, incertidumbres sino ir con eso a la oración, ofrecerlo y seguir intentando. En segundo lugar, de la mano con lo anterior, entendí que si estando cerca me cuesta escuchar a veces, estando lejos mucho más. Es decir que para poder dialogar con el Señor tenía que buscar esos momentos de oración y ser constante. Otro elemento que me ayudó, es probar nuevas formas de rezar en lo cotidiano, con algún método de algún santo (como los ejercicios ignacianos), con alguna canción, entre otras. También charlar con algún religioso amigo o guía que pueda acompañarme. Por último, ser paciente conmigo y con mis procesos, confiada en que a pesar de todo, iba agarrada de SU mano.

Ahora, quisiera saber… ¿Te pasó algo similar? ¿Qué agregarías a lo mencionado para transitar estas situaciones? Y si estás transitandolas, muchos ánimos y a seguir aferrandote a la fe