Nos hacen falta locos

sábado, 2 de marzo de
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Cuando la vida misma es un desatino, ¿quién sabe dónde está la locura? Entregarse a los sueños, es locura. Ser demasiado práctico y estar demasiado cuerdo, quizás sea también locura. Pero sobre todo, es locura ver esta vida como es y no como debería ser. ¡Nos hacen falta locos!

Hay hoy demasiados sabios, demasiados prudentes. Siempre calculando, siempre midiendo. ¡Pensad que pasaría si tuvieran que romper con su mundo, si sus padres supiesen que nunca alcanzarían una posición honorable, si tuviesen, aunque fuese por poco tiempo, que vivir en la inseguridad!

¡Oh Dios! Envíanos locos, de los que se comprometen a fondo, de los que se olvidan de sí mismos, de los que aman con algo más que con palabras de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin. Danos locos, chiflados, apasionados, hombres capaces de dar el salto en la inseguridad,  hacia la creciente incertidumbre de la pobreza; que acepten diluirse en la muchedumbre anónima sin pretensiones de colgarse una medalla, no utilizando sus cualidades mas que en provecho de sus gentes.

Danos locos Señor, locos del presente, enamorados de una forma de vida sencilla, liberadores eficientes de los que no cuentan para nadie, amantes de la paz, puros en su corazón, resueltos a nunca traicionar, capaces de aceptar cualquier reto, de acudir donde sea, libres y obedientes, espontáneos y tenaces, tiernos y fuertes.

Louis Joseph Lebret