Oración del joven emprendedor

viernes, 14 de junio de
image_pdfimage_print

Aquí estoy, dulce Señor, desnuda mi alma ante Tí…
La perfecta blancura del Pan Consagrado me agrada, me aquieta, ¡eres Tú! que todo lo puedes y todo lo sabes…

Sin embargo, estoy preocupado y afligido.
Siento una enorme responsabilidad,
creo poder controlar, conducir, solucionar todo, creo que todo depende de mí y de mis habilidades.

¡Qué lejos estoy, Señor, qué lejos de la realidad!.

Entro en laberintos y torbellinos de actividad, de frenesí, cubriendo lo que puedo, postergando lo que creo podré hacer mañana… ¡qué locura!.

Aprovecho cada minuto del día en actividad, miro siempre a mis flancos.
Y estoy al borde de un abismo, Señor, se me agotan los recursos y estoy cansado.

Pero si todo dependerá de Tí, ¿qué estoy haciendo? ¿Porqué no me sereno?.

Mi mente vuela de un lado a otro…

¿Qué he de hacer, Señor?.

Te presento mis temas, mis objetivos, mis planes…

Si son buenos para mí y para los que de mí dependen, permíteme lograrlos,

y en caso contrario, cámbialos, mejóralos, reemplázalos, haz lo que tu poder y tu gloria pueden sobre nuestras vidas.

Te pido lo bueno, yo haré mi parte, mi mejor esfuerzo.

Me propongo poner siempre lo mejor de mí, hacer todo lo que esté a mi alcance,

una cosa por vez, depositando mis actos y mis decisiones a tus pies,

siendo consciente, cada vez, que no soy yo quien actúa, sino que eres Tú quien lo hace.

Haré y desharé pensando en Tí,

con la confianza de saber que Tú tendrás la palabra y la disposición final de las cosas de este mundo.

Me apoyaré en Tí y trataré de ser cada día una mejor herramienta para tus propios planes.

Te amo, Señor,

actúa Tú, que yo solo no puedo.

Amén.

 

Autor desconocido