16/01/2019 – Al comenzar su ministerio apostólico, Jesús quiso responder a los más grandes anhelos humanos. Se encuentra con éstos dos hombres que lo seguían. Nos vamos a detener en la pregunta que Jesús les hace: “¿Qué quieren?”.
Jesús quiere saber tras qué cosas andamos, qué quiero en mi familia, en mi trabajo, entre los míos, qué voy buscando y si eso vale la pena. También lo podemos trasladar a un nivel más macro: ¿qué buscamos como pueblo? ¿hacia dónde nos lleva el progreso?. Las utopías y los sueños marcan un rumbo, por eso es importante tenerlos en cuenta. El hombre es maestro en esconderse y camuflar sus anhelos.
Las ideologías hacen que sea muy difícil para los individuos y para la sociedad, decirse de verdad qué estamos buscando. Muchas veces los prejuicios, los intereses, las tradiciones, nos quitan libertad para escuchar la pregunta de Jesús y poderla responder con honradez: “¿Qué quieren?. ¿Qué querés?”. La búsqueda orienta la marcha. Y quien nada busca no sólo andará errante, sino que nunca llegará a ninguna meta.
Los Ejercicios Ignacianos son búsqueda y también orientación en la marcha. “Nos hiciste Señor para Tí, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Tí” decía San Agustín. Si la senda escogida no termina golpeando la puerta de Dios, el ser humano habrá errado su más profunda vocación todo lo que el hombre tiene, lo que es, debe afirmar su paso hasta llegar hasta Dios. Por eso al emprender éste camino, es bueno tomar consciencia de que si andamos en búsqueda es porque previamente Él nos salió al encuentro y nos llama.
Nos pongamos bajo la mirada de Dios y pidamos “que te busque, que te desee” y según la recomendación de San Ignacio, dejemos un tiempo para conversar con el Señor.
Padre Ángel Rossi