Me acuerdo de forma especial una Misa del año pasado, en la cual a través de la homilía del sacerdote Dios me dijo: “Que el miedo no te paralice”.
Me parece que Dios fue muy directo. La verdad que con un contexto tan atípico, y preocupada por la salud de mi familia, creo que estaba paralizada en el ayudar al prójimo. Si, más allá de las fases del aislamiento, sea cual fuere, podía ayudar a más hermanos: preparando donaciones, colaborando en alguna pastoral social, o -como muchos lo hicieron- realizando compras a personas mayores. El miedo no me estaba dejando ver que más allá de las paredes de mi casa, también había muchos que necesitaban una mano. Por supuesto que el miedo nos alerta y nos ayuda a ser cautelosos más cuando se trata de la salud de todos, pero no tiene que congelar el amor que actúa. Esas palabras me abrieron posibilidades y me permitieron ver que en tiempos difíciles el amor se tiene que volver más creativo aun… llevar esperanza y luz en las oscuridades. Hoy, a más de un año que empezó todo… vemos como algunas cosas siguen igual, y pareciera que esta segunda ola nos vuelve a desestabilizar como la primera… Es por eso que también quiero invitarte a que el miedo no te paralice, muchos necesitaran nuestras manos y dedicación para sentir la compañía de Dios. Pero, ¿Qué hacer? Principalmente ama a tu prójimo cuidándote y cuidándolo, y que todo lo demás se edifique con esta base. La pandemia sigue, y las necesidades también. ¿Te animas a extender tu mano? ¿En qué otras cosas Dios te pide que el miedo no te paralice?