Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.
¡Feliz año! Y te confieso que este día es de mis fiestas preferidas… El primero de enero celebramos a María, Madre de Dios. Arrancamos el año con ella. ¿Cómo estás arrancando vos tu año? Contale a María, acá está para compartir este rato con vos…
Dice el Evangelio que los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al recién nacido, en el pesebre. También vos estás ahora, primer día del año, yendo rápidamente al encuentro de Dios. No dejaste ni un día de este año sin buscarlo. Y tampoco Dios dejó ni un día sin encontrarte, acá está, recibiéndote en su pesebre, acostado en la simpleza del Niño Jesús. Acércate a Él sin apuros, con serenidad, no lo busques en oraciones complejas, está con vos, en la sencillez de tus palabras o de tus silencios, ahí donde estás, Él conoce lo que hay en tu corazón. Arrancá el año con esta sencillez que encontrás en el Niño Jesús, en María y José, en el pesebre…
María, vos cuidás este Jesús recién nacido, para que vaya creciendo como Dios quiere. Te consagro también este año, recién nacido, para que avance bajo tu cuidado… Prometo no sacarlo de tus manos.