Sábado 08 de Agosto de 2023 – Evangelio según San Mateo 14,1-12

lunes, 31 de julio de
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En aquel tiempo, la fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes,y él dijo a sus allegados: “Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos”.
Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe,porque Juan le decía: “No te es lícito tenerla”.Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en público, y le agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.Instigada por su madre, ella dijo: “Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”.
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran
y mandó decapitar a Juan en la cárcel.Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre.Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.

Palabra de Dios

Padre Sebastian García | Sacerdote del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram

Herodes, que había perdido la cabeza por el baile de su sobrina, había mandado a cortar la cabeza de Juan.

Dos varones que pierden la cabeza: uno, ebrio de sí mismo, de su orgullo, de su placer y esclavo de su pecado. El otro, libre de todo y fiel al proyecto de amor que el Padre le tenía reservado.

Herodes se siente poderoso. Se siente con derecho. Y quiere ver a Jesús. Claro que la curiosidad de Herodes es la curiosidad por aquel que le puede hacer sombra. Piensa que Jesús es un riesgo. Al igual que Juan el Bautista.

Y esto sucede porque el Reinado de Dios predicado por Jesús entra en confrontación directa con el reinado de Herodes. De tal manera, que Herodes quiere ver a Jesús para controlarlo, limitarlo, perseguirlo.

Esto ha pasado siempre con la Iglesia. Cuando la Iglesia es profética, cuando denuncia el pecado y anuncia la salvación y la vida nueva de Jesús, genera conflicto. Y por eso se la persigue y se la calumnia y se la difama.

Pero cuando la Iglesia no es profética, no tiene necesidad de ser perseguida por los poderes de este mundo, porque no se opone a nadie y no genera ningún riesgo para el sistema.

Hoy acudimos a un tiempo crucial. Es una época privilegiada. Después de un tiempo parece que la Iglesia vuelve a despertarse. En un momento precisó de Francisco de Asís para renovarla. Hoy parece que precisa del otro Francisco, el de Roma.

Tenemos que entender que Iglesia y Dinero nunca pueden ir de la mano. Hoy los “Herodes” son los poderosos de este mundo donde nos quieren hacer creer que la vida también es producto de mercado que se compra y se vende, que nos quieren dominar con publicidad, droga, sexo fácil, alcohol en vértigo y vorágine, para generar así en el seno de su sistema más marginación, más pobreza, más opresión.

El Reino de Dios que anuncia, proclama y quiere vivir la Iglesia va en contra del sistema. Felices entonces nosotros cuando seamos perseguidos por los poderosos de este mundo.

Una Iglesia perseguida es una Iglesia creíble. La otra, no le dice nada a nadie.

Por una vida profética, recemos juntos a Dios.