Sábado 11 de Febrero de 2023 – Evangelio según San Marcos 8,1-10

miércoles, 8 de febrero de
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En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos”. Los discípulos le preguntaron: “¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?”. El les dijo: “¿Cuántos panes tienen ustedes?”. Ellos respondieron: “Siete”. Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran. Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado. Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió. En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.

 

 

Palabra de Dios

Padre Sebastián García | Sacerdote de la Congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betharram

 

 

 

El evangelio de hoy es realmente revolucionario: Jesús, que es Maestro, Verdad y Vida, nos enseña lo más importante para cualquier comunidad humana, que es el misterio del compartir.

Jesús siente compasión por esa muchedumbre que tiene hambre y le pregunta a los discípulos cuánto tienen para comprar y darles de comer.

Esto desconcierta a los discípulos. Ellos, que sí tienen garantizado el pan cotidiano, se sorprenden frente al desafío de Jesús. La intención de los discípulos seguramente es la de asegurarse el pan ellos y despedir a la multitud, como insinuándole, que son ellos los que tienen que arreglárselas solos. Algo así como que cada uno por su propia cuenta se garantice el sustento.

Jesús reacciona frente a esto. Jesús no puede permitir que haya algunos que tengan garantizado el pan mientras otros pasan hambre. Por lo menos en la lógica del Reino esta actitud no tiene lugar.

Por eso el verdadero milagro de Jesús es que los panes y peces se multiplican no por arte de magia, sino por la conversión de corazones que se animan a compartir, no a dar de lo que les sobre sino a dar lo que tienen y lo que son: poner en común esos cinco panes de cebadas y esos dos peces abrió el corazón de muchos, que viéndolo y entendiendo el mensaje de Jesús tomaron conciencia que hay verdadera comunidad cuando se comparte y se pone en común que cuando se guarda mezquinamente para uno como queriéndose salvar la vida.

Quizás nosotros nos acostumbramos a creer en un Dios mago que tiene que solucionar como “gran mago” y por “arte de magia” los problemas de la humanidad.

¡Y cuánta hambre hay en el mundo de hoy!

Hambre de pan, paz, salud, trabajo, de sentido de la vida, esperanza, fe, consuelo, amor, tanta hambre de Dios. Sobra hambre en el mundo de hoy y falta pan. Y es por este motivo que somos nosotros los que nos tenemos que hacer responsables los unos de los otros para saciar esta hambre.

Hoy más que nunca llamados a sentirnos hermanos de todos los hombres, de los siete mil millones que caminamos diariamente nuestro mundo, para salir al encuentro de ellos y darnos desde la verdad de lo que somos para saciar el hambre. Sólo así será posible el milagro. No por un Dios al que tenemos que hacer responsable de que en el mundo haya hambre, sed, dolor, sufrimiento e injusticia, sino porque sentimos que el Espíritu de Jesús nos hace comunidad y comunión para darnos desde la originalidad de nuestra vocación.

De esa manera ocurre el milagro: no porque “caiga pan del cielo” todos podrán comer hasta saciarse, sino porque cada uno renuncia al pretendido derecho sobre su propio pan y sentándose en ronda, se anima a compartir.

Porque al final será más milagro un corazón que se destrabe y ablande, se conmueve por el otro, se deja encontrar por la Ternura y Misericordia de Jesús y entonces así comparte, que caiga pan del cielo mágicamente.

Iglesia que se arremanga, se embarra, se ensucia, se la juega por amor. Iglesia de Jesús, para ser creyentes, pero por sobre todas las cosas, ser creíbles.