Sábado 15 de Agosto del 2020 – Evangelio según San Lucas 1,39-56

jueves, 13 de agosto de
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María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.

María dijo entonces:

“Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se

estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque él miró con bondad la pequeñez de tu servidora.

En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”.

Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

 

 

Palabra de Dios

Padre Gustavo Gatto sacerdote de Villa María

Hoy celebramos la fiesta de la asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los cielos.

Una verdad de fe, que la Iglesia siempre en su sentir de fe en lo que se conoce como el Sensus Fidei.

Este sentido de la fe de la iglesia como pueblo creyó, la Virgen como como discípula, como madre goza de la plenitud de la promesa del reino de los cielos.

Una promesa que está hecha a todo el hombre, toda la persona, a todo lo que nosotros somos, María es para nosotros el espejo de la obra que Dios quiere realizar en cada uno de nosotros.

La miramos a ella, nos sentimos acompañados como hijos y nos entusiasma este mensaje, esta promesa de que la redención, y que la salvación es a toda la persona y a todas las personas, a todo el hombre y a todos los hombres, a toda la mujer y a todas las mujeres.

Que tengas un hermoso fin de semana.