Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?”.
Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!”.
Comenzando el año, encontramos a Jesús al principio de su misión. Un tiempo de misión, así como el que tienen muchos jóvenes en estos días de verano. Tal vez incluso vos hayas dedicado algunos días a misionar en estas semanas, o recuerdes haberlo hecho en otros años. Y sino, tal vez el encuentro con el Jesús misionero de hoy te empuje a buscar la oportunidad.
¿Qué lugar tiene la misión en tu vida? Contemplando a Jesús en su palabra, tal vez puedas rezar con esta pregunta. ¿Te sientes misionero? ¿A dónde te lleva el seguimiento de Jesús, el maestro misionero? Demos un paso más. En las misiones, o en la dimensión misionera de la vida cotidiana, no sólo nos entregamos a los demás; también aprendemos más de Dios, compartiendo la acción con Él. Descubrimos nuevos rasgos de su rostro, como les pasó a los escribas y fariseos que lo vieron tan cercano y amigable con personas, aparentemente, no muy santas. “¿Por qué come con publicanos y pecadores?”, se preguntaban desconcertados. Y fue ese momento una oportunidad para conocer más de este Jesús que comenzaba a anunciar a Dios de un modo nuevo: “Así es Dios, como un médico que vino a sanar a los enfermos, a los heridos”.
A mí, ver a Jesús en este contexto de misión, me ha reconectado con lo transformadoras que han sido las misiones en mi vida, sea como joven, como coordinador, incluso como seminarista y hoy como sacerdote. Pero además, a descubrir que hay días, tiempos, especiales en los que el mismo Jesús nos invita y empuja a estar más cerca suyo, como le pasó al mismo Mateo, a Leví, según cuenta el Evangelio de hoy:
Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» El se levantó y lo siguió. Este comienzo de año, en la misión, en el descanso o ahí donde estemos, es Jesús mismo que sale a buscarnos y llamarnos. Te quiero animar, ¡levantate y seguilo!