Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios. Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios. Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir”.
Este Evangelio me hacía reflexionar en tantos Santos, en tantos Mártires, en sus vidas, en sus entregas… ¿Que pasaría por su corazón? Creo que jamás se le pasaría por su corazón negar a Jesús a quien tanto aman, hasta el punto de dar su vida por él. ¿Que es lo que les llevo hasta tal punto de entrega de vida? El creer en la precencia fuerte de Jesús. Ese es un punto muy importante en nuestra fe. Nos preguntemos ¿Yo creo realmente en Jesús? ¿En su precencia, en su cercanía? ¿En la gracia que derrama sobre nuestras vidas? Jesús nos invita a creer de verdad en él, nos invita a cultivar una relación de intimidad y de amor con él.
Nos invita también a compartir nuestra amistad con Jesús con todos, a no negarlo, sino todo lo contrario, a confirmarlo ante todos. El testimonio de los Santos nos ayudan a ver qué si se puede. Los invito a tomarse un tiempo y en un lugar especial a hacer nuestra profesión de fe, a decirle a Jesús con el corazón que si creo en él y que estoy dispuesto a anunciarlo a los demás con la ayuda del Espíritu Santo y el testimonio de los Santos.