Sábado 18 de Diciembre de 2021 – Evangelio según San Mateo 1,18-24

miércoles, 15 de diciembre de
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Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”. Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

 

Palabra de Dios

Padre David Pintos sacerdote de la Diócesis de Orán

 

Escuchamos en éste pasaje del Evangelio cómo San José se adhiere profundamente a la voluntad de Dios, cómo lo hizo María, su esposa y la Madre del Salvador.

Al principio estaba desconcertado, pero después seguramente, gracias a su hábito de estar en oración, de estar siempre dócil a las inspiraciones divinas, pudo comprender cuáles eran los designios de Dios. Porque la única forma de poder comprender los designios de Dios es cuando estamos en permanente oración. San José es un hombre justo pero también es un hombre del silencio y la contemplación. San José es un hermoso testimonio que nos ayudará a nosotros también a ser dóciles a Dios en este tiempo, junto a San José podremos comprender que el Salvador está con nosotros.

Dios siempre se manifiesta en nuestras vidas, en nuestros sueños, manda a sus Ángeles para decirnos que no tengamos miedo, que el Salvador está con nosotros.

Estando ya cerca de la Fiesta de Navidad, junto a San José, preparemos el corazón para un nuevo nacimiento del Niño Dios, recibirlo y acogerlo en nuestras vidas como lo hizo él. Ser como San José, dóciles a los designios de Dios.