Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados”. Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado.
Te invito a compartir este rato con Dios buscándolo en su Palabra.
Hoy celebramos la gran fiesta de San José, padre adoptivo de Jesús, padre de la Iglesia y de las vocaciones. ¡Feliz día! Después de un año dedicado a San José, en el que el Papa y la Iglesia puso a José en el primer plano, vuelve José a su lugar, el segundo plano, donde, me animo a pensar, se encuentra más a gusto…
Hay en ese modo de vivir una misión que puede confortarnos y convertirnos, en estos tiempos de Cuaresma y en estos tiempos de la historia en el que pareciera que el mejor o el más valioso es el que más brilla, o el que está primero. Y sin embargo, la gloria de José fue el estar oculto, detrás de Jesús y de María.
– ¿Y vos, te sentís cómodo en el segundo plano? ¿Tenés necesidad de figurar, de estar siempre en los primeros puestos, delante de los demás? Que José pueda enseñarnos su humildad, que en el fondo son signo de su libertad frente a los demás y frente a Dios.
Pero, además de maestro de humildad, José es maestro de discernimiento. Porque dice el Evangelio que José, cuando supo de María embarazada, “resolvió abandonarla en secreto”, pero luego escuchó la voz de Dios que le decía “no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo”, y entonces cambió su decisión y la recibió.
– José no la tuvo clara desde el principio, pero sí cuestionó sus reacciones impulsivas, espontáneas; supo mirar a Dios y a María y “convertir” su respuesta haciéndolos parte de su decisión. El Papa insiste en aprender este discernimiento de cuestionar nuestras reacciones instintivas, esperar, dialogarlas con Dios, incluir el bien de los demás… ¿Cómo es tu manera de decidir? ¿Qué paso necesitás incorporar para vivir con discernimiento?
José, padre humilde, padre sabio, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Amén.