Sábado 21 de Enero de 2021 – Evangelio según San Marcos 3,20-21

martes, 17 de enero de

Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: “Es un exaltado”.

 

 

Palabra de Dios

Padre Sebastián García Sacerdote de la Congregación Sagrado Corazón de Jesús de Betharram

 

 

Jesús fue y sigue siendo signo de contradicción. La eternidad se hace historia; Dios se hace Pueblo; la Palabra hace silencio y llora; el cielo está debajo de la tierra, una muchachita virgen es madre del Salvador del mundo; su papá no pronunciará ni una sola palabra en todo el evangelio… Todo es signo de contradicción. Y escandaliza. Porque Dios se hace hombre. Esto es desconcertante. Esto no había pasado nunca. Esto es insólito. A tal punto que muchos se van a resistir a creer.

Hoy todavía, hay gente, también fuera de la Iglesia, que le cuesta creer en Jesús. Le parece que Jesús es “demasiado humano”. No toleran que Dios se haya querido embarrar en nuestra historia y en nuestro barro. Algunos prefieren un Jesús más bien “espiritual”, que hace milagros imposibles y donde yo para relacionarme con él tengo que irme de mi vida cotidiana, lograr algún mecanismo que me permita conectarme con Él y entonces así rezar. Algunos creen que es preferible un Jesús que no tenga que ver con palabras como: marginación, dignidad, opresión, pobreza, exclusión, vulnerabilidad social.

Otros no toleran que Jesús sea el amigo preferido de prostitutas y usureros, de pecadores, de gente sencilla que lo invita a su mesa a compartir el pan, que denuncia el pecado personal y social y se enfrenta a toda estructura que violente los derechos fundamentales de la persona.

Hoy se habla de Jesús como un exaltado. Molesta. Indigna. Causa rechazo. Aleja a los llenos de sí. Genera rechazo en aquellos que quieren un Dios privatizado y propio que no cuestione y bien ajustado a su medida y cabeza.

Que no nos pase lo mismo. Que podamos ponernos siempre del lado de la vida que Jesús nos trae y que sea nuestro corazón a imagen del Corazón de Jesús, para poder entrar nosotros en la mentalidad de Dios y así poder cambiar nuestra mentalidad. Para poder ajustarnos nosotros a Dios y renunciar decididamente a querer que Dios entre en nuestros pobres esquemas de seguridad.

Que tu Corazón Jesús, sea nuestro corazón.