Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.
Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”.
Jesús, que había oído, respondió: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Hoy comenzamos la primavera, la vida que florece, la vida que florece después del invierno, después de la muerte. La resurrección de Jesús, es primavera eterna para nosotros y celebramos las fiestas de San Mateo. Es uno que ha renacido de la muerte, que ha renacido del pecado gracias a la misericordia de Dios que lo vió y lo eligió mirándolo, como dice el lema del Papa Francisco.
Precisamente cuando Jesús nos mira y nos llama porque nos sentimos pecadores es una eterna primavera de nuestra vida. Ojalá que el testimonio de Mateo nos ayude siempre a ponernos del lado de los débiles, sentirnos débiles y necesitados. Porque, como dice Jesús, son los enfermos los que tienen necesidad del médico.
Que tengas un hermoso fin de semana.
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