Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: “Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar ‘maestro’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A nadie en el mundo llamen ‘padre’, porque no tienen sino uno, el Padre celestial.
No se dejen llamar tampoco ‘doctores’, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”.
Una vez más nos encontramos con las palabras fuertes de Jesús contra los Fariseos, que también nosotros queremos recibir con un corazón abierto y puede realizarse en nuestra vida, nuestra vida cristiana no existen estas actitudes de fariseos en nosotros.
Básicamente esto de estar como mirando lo que tienen que hacer los demás y no miran la propia vida, en cierta manera como decía el Papa Francisco, ser más aduanas que puentes para que los otros puedan vivir la fe.
Y lo demás y otros, tiene que ver con hacer las cosas para que nos vean, vivimos en una cultura de la imagen, de la apariencia y cuantas veces nos puede pasar que todo lo hacemos para que nos vean.
El remedio que Jesús nos propone, es la actitud de servicio, la actitud de entrega, la actitud de ser humildes servidores, vivir más que exigiendo a los demás, vivir en el servicio y en la entrega a los demás, lo pedimos como una gracia. ¡Que tengas un hermoso fin de semana!
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