Sábado 29 de Enero del 2022 – Evangelio según San Marcos 4,35-41

jueves, 27 de enero de
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Al atardecer de ese mismo día, les dijo: “Crucemos a la otra orilla”. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.

Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.

Lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?”. Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!”. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.

Después les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?”.

Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?”

 

Palabra de Dios

Padre Santiago Obiglio | Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

Avanza la misión de Jesús, y con el paso de los días fue formando una pequeña comunidad. Ya Jesús tiene “su banda”, su grupo de seguidores más cercanos. En Él vemos tiempos para la multitud y tiempos para la intimidad de la comunidad…

¿Te considerás parte de esa “banda” de Jesús? ¿O te sentís más entre la multitud, que queda en la orilla? No es una mejor que otra, solo habla de diferentes etapas en la fe. ¿Podes reconocer la tuya? Contásela a Jesús…

El grupo de discípulos, que sube a la barca con Él, no las tiene aseguradas. No es que, por estar cerca suyo, tienen todo resuelto. Así lo vemos en la escena de hoy: “se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua”.

También ellos son sacudidos por las tormentas de la vida. Pero es verdad que hay una diferencia con las otras barcas, en la de ellos está Jesús. Algunas veces solo hace falta reconocerlo, y animarnos a buscarlo, a despertarlo, a reprocharle: “Maestro, ¿no te importa que nos ahoguemos?”

Claro que sí le importa todo lo que nos pasa, mucho más aquello que nos amenaza, pero, creo yo, que tal vez seguía durmiendo porque nuestro Dios no es un amigo metido ni un sobreprotector. Confía en nosotros, confía en nuestra capacidad, confía en nuestra fortaleza y en nuestra astucia para salir adelante. Y en todo caso, cuando no podamos, estará esperándonos para salir a favor nuestro.

Este día de oración, tal vez puedas dejar a Dios dormir un poco más, intentarlo todo para resolver la tormenta, sabiéndolo con vos. Y si aun así te sobrepasa, lo despiertes y le entregues el timón de tu barca.