Sábado 29 de Mayo de 2021 – Evangelio según San Marcos 11,27-33

lunes, 24 de mayo de
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Y llegaron de nuevo a Jerusalén. Mientras Jesús caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a él y le dijeron: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?”. Jesús les respondió: “Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. Díganme: el bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?”. Ellos se hacían este razonamiento: “Si contestamos: ‘Del cielo’, él nos dirá: ‘¿Por qué no creyeron en él?’. ¿Diremos entonces: “De los hombres’?”. Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: “No sabemos”. Y él les respondió: “Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas”.

 

 

 

Palabra de Dios

Padre David Pintos sacerdote de la Diócesis de Orán

En el Evangelio de hoy nos encontramos con el dialogo de Jesús y las autoridades religiosas del Templo. Luego de que Jesús hecho a los mercaderes del Templo los religiosos quedaron enfurecidos por tal acto. Qué pena ver a ciertos religiosos lamentarse por cuestiones que no tienen nada que ver con lo sagrado. Qué pena ver hoy también a tantos religiosos que les importa más lo material que el bienestar de las almas. Eso es una gran pena. Es por eso que estos religiosos se enfrentan a Jesús y lo cuestionan diciendo: ¿Con que autoridad haces estas cosas? ¿Quién te ha dado autoridad para actuar así?”.

Los religiosos buscando ciertas normas legales de acuerdo a lo que pensaban se negaron a encontrar en Jesús a su Mesías. La ambición por el poder y el dinero es tan fuerte hasta tal punto de rechazar la presencia de Dios en el corazón.

A nosotros también nos puede suceder esto si no purificamos nuestro corazón de las ambiciones, que no hacen más que dejarnos ciegos y alejarnos de la presencia de Dios. Presencia de Dios que nos llega de lo sencillo y de lo humilde. Presencia de Dios que nos llega a través de los pequeños, de los enfermos y de los pobres, ellos son los que tienen que ocupar un lugar importante en mi vida. Cuando nos venga la tentación de la ambición le pedimos al Jesús nos ayude a decirle que no y a rechazarla inmediatamente. Pidamos a Jesús que nos dé un corazón manso y humilde como la de él.