Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.”
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. “Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.”
Seguimos caminando en este tiempo de esperanza, tiempo del adviento. La profecía de Isaías, estimula y nos dice que ya no tendremos que llorar. Cuantas veces en nuestra vida la tristeza y la angustia nos invade por nosotros, por personas que queremos, por situaciones externas, situaciones económicas y sociales… ¡Qué lindo es descubrir esta promesa, ya no tendremos que llorar!.
Porque este Jesús que se nos hace cercano, como dice el evangelio, recorre, camina, enseña, proclama la buena noticia y cura. Este Jesús que desde lo profundo de sus entrañas tiene compasión de nosotros, tiene compasión de su pueblo que se siente perdido, que está como ovejas sin pastor, entonces llama y envía.
Que lindo que, como discípulos del Señor podemos por un lado sentirnos que el Señor tiene compasión de nosotros y por otro lado que nos llama y nos envía a ser testigos de esa compasión. Que tengas un hermoso fin de semana y un hermoso día de la Virgen mañana, 8 de diciembre.
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