Sábado 9 de Julio de 2022 – Evangelio según san Lucas 1, 39-47

martes, 5 de julio de
image_pdfimage_print

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.» María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador.»

 

Palabra del Señor

Padre Santi Obiglio | Sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 

 

Habrás escuchado muchísimas veces el texto de la visita de María a su prima Isabel. Pero esta vez lo escuchamos dentro de una fiesta muy especial, hoy celebramos el día de la Virgen de Itatí, patrona y protectora de las provincias de Corrientes y Misiones, Reina del Paraná.

La tradición cuenta que la imagen de la virgencita desaparecía del oratorio donde la habían puesto y se iba a ubicar sobre las rocas blancas de cal junto al río Paraná. Eso significa “ita-ti” en guaraní: “piedra blanca”. Y el evangelio de la Visitación la describe a la perfección: ¡María es una misionera inquieta! Dice san Lucas: “María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña”… podríamos agregar según la historia de Itatí: “partió y fue con insistencia”, ya que sucesivas veces repitió la escapada hacia las piedras blancas. ¡Qué linda tu insistencia virgencita! Finalmente lo lograste, y toda la comunidad se mudó a construirte tu santuario sobre las piedras blancas, junto al Paraná.

Es que María no quiere salir un rato de misión, ella quiere vivir en misión, vivir en visitación… podemos mirarla y preguntarnos: ¿cómo es ese estilo de vida? Su capilla en el pueblo era mucho más cómoda que la intemperie de las afueras, al margen del Paraná. Tal vez algo así es vivir en misión: vivir con menos estructuras, con menos seguridades, con más gestos de cercanía.

No elige ni siquiera la tierra blanda donde sembrar, elige plantarse sobre la roca, como duro puede ser el mundo en el que misionar. Y sin embargo, hacia allá te movés, Virgencita. Allí te plantás, misionera.

Visitanos con insistencia y, como aquellos compatriotas de Itatí, mudanos con vos hacia los márgenes de la misión, hacia un estilo de vida misionera.

Virgen de Itatí, ruega por nosotros.