“Se hace camino al andar”. Perdí la cuenta de las veces que escuché eso, pero la realidad es que se hace camino solamente cuando dejamos huellas y cuando estamos dispuestos a convivir con las huellas de otros, porque el camino es la vida misma, que no se construye de forma solitaria y aislada.
A medida que avanzamos, aparecen los compañeros de camino, algunos perduran con el paso del tiempo y otros se van antes de lo esperado, pero todos dejan una huella; al igual que nosotros.
En ocasiones el camino es un barro denso, difícil de transitar; en otras, una ruta ligera. Pero lo importante es andar. Si hoy estás pasando por el barro, no dejes de caminar, Dios está con vos. Si estás caminando por la ruta, entonces retomá fuerzas para estar listo para otros tiempos.
Lo importante es amar el camino es amar el viaje, amar la circunstancia que te puso ahí, amar a Dios, el compañero fiel, amar a los que caminan cerca de vos, a los que alguna vez lo hicieron y a los que se están por sumar. Porque no se hace camino al andar, se hace camino al amar.