“Se me confían jóvenes que necesitan no sólo de un docente que les enseñe sino también de alguien que los escuche”

lunes, 3 de junio de
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03/06/2019 – Pablo creció en diferentes espacios Salesianos. Conocer a Jesús y luego a Ceferino Namuncurá y su “quiero ser útil a mi gente” le dio una orientación a su vida. Hoy combina la docencia, sus estudios de psicología en la universidad, el servicio y hasta el running como modo de estar cerca de los jóvenes. Al modo de Don Bosco, su objetivo es ayudar a los adolescentes y jóvenes a ” concretar sus sueños, su proyecto de vida y puedan -en palabras del Papa Francisco- “engancharse con Jesús para dejar huellas en la vida”.

 

Me llamo Pablo, soy de la ciudad e Santa Fe. Tengo 28 años y vengo a compartirles mi historia…

Mi vida dentro de la obra salesiana empezó prácticamente heredada, ya que mis padres anteriormente participaban de los grupos juveniles y al conocerse en la parroquia mi vida también siguió sus pasos.

En lo que respecta a la educación, hice todo en Don Bosco desde el jardín hasta finalizar el secundario. A su vez, participé durante 15 años en el Movimiento Juvenil Salesiano: comencé -motivado por mi mejor amigo Emiliano- como monaguillo. Cuando se formó el grupo que se llama “Servidores de Jesús, primero empecé como animando, luego como animador. Coordiné el MJS un par de años, fui catequista y colaboré -y colaboro- con mi familia en las diferentes actividades que se hacen en la obra.

“Quiero ser útil a los demás”

Este actuar en Don Bosco me llevó a estudiar psicología en la Universidad Católica de Santa Fe, movido también por el lema de Ceferino Namuncurá: “Quiero ser útil a los demás”. Hoy en día sigue siendo mi “leit motiv”. Un día un salesiano me ofreció dar clases de Formación Religiosa en el nivel secundario y como amo la docencia sin dudarlo acepté. Al principio un poco temeroso, pero con el acompañamiento de los demás profes fui ganando confianza. También trabajo en un programa del municipio donde acompaño a jóvenes en situación de vulnerabilidad y desde este año, dando Computación en el nivel primario.

Pero no todo es trabajar y estudiar en mi vida, Dios se encargó de poner a Melina en mi vida: esa persona con la cual hoy – desde hace 6 años- compartimos la vida, como novios, como compañeros, donde caminamos con la confianza puesta en Él. Y paralelo a eso, también tengo a mi familia que me acompaña en todo momento y que compartimos momentos juntos sobre todo en la cena porque es donde nos podemos ver ya que la rutina del trabajo no nos permite en otro tiempo.

Por último, pero no menos importante, el deporte: soy maratonista. Me dedico a correr hace 6 años, algo tan simple que empezó como un hobby hoy es parte de mi vida ya que también me hago el tiempo para entrenar levantándome temprano y cuidando no saltearme nada, ni siquiera las comidas. Voy por nuevos objetivos, espero llegar algún día a correr alguno de los “Majors”.

Lo que me mueve en mi vida es la posibilidad de transmitir valores, testimonios, experiencias de vida, evangelizar. Don Bosco sostenía que “educar es cosa del corazón” y así lo vivo yo, con responsabilidad y la confianza en Dios sabiendo que se me confían jóvenes que necesitan no sólo de un docente que les enseñe sino también de alguien que los escuche y los acompañe para que logren concretar sus sueños, su proyecto de vida y puedan -en palabras del Papa Francisco- “engancharse con Jesús para dejar huellas en la vida”.