Sé Señor que vendrás a mi corazón, que en cuanto te llame, vendrás a morar en esta habitación.
Sé Señor que a mi alma nunca la sueltas, que tu mirada está sobre mí, que tu mano de lo profundo vuelve y se tiende hacia mí.
Sé Señor que aunque caigo y me lastimo, son tus brazos que me buscan para dar cura y abrigo.
Sé Señor que eres tú quien me guía en la noche que atraviesa mi alma. Sé que eres lámpara ante mis pasos y el bastón que me sujeta el cansancio.
Sé Señor que aunque la tristeza me invada por las decisiones tomadas, tú me sujetas, tú me acompañas.
Sé Señor que aunque el odio se haga rostro en las sonrisas y la violencia se geste en las esquinas, tú con tu paz me abrigas.
Sé Señor que aunque el desprecio me escupa la cara y la mentira me insulte con ira, tú serás mi escudo ante toda cobardía.
Sé Señor que aunque por ganar vanidades pierda afectos y valor, tú vendrás a levantarme, me harás instrumento y serás el motor de mi amor.