“¿Seré yo el traidor?” se preguntaban quienes (como yo) se habían sentido llamados, habían visto (como yo) que venías del Padre, y habían decidido, con más o menos entendimiento, (al igual que yo) entregarse a vos. Supieron, al verte (como lo supe yo cuando te conocí) que no había vida mejor vivida que la que se da a tu lado, que no había un mejor propósito que escucharte y serte fiel.
Quizás nunca habían imaginado que ellos mismos, los fieles, los discípulos, los amigos, te iban a traicionar y abandonar. Tampoco yo lo imaginé cuando te conocí. Sin embargo, como ellos, me pregunto, “¿seré yo?” ¿Soy yo la que te niega? ¿Somos nosotros, los cristianos, los discípulos del siglo XXI, quienes te abandonamos? ¿Somos nosotros quienes destruimos tu templo? ¿Nosotros quienes vivimos egoístas y centrados en nuestra conveniencia? ¿Nosotros, los soberbios? ¿Nosotros, los traidores? ¿Nosotros, creyendo seguirte, quienes te estamos negando? ¿Nosotros, que vamos a Misa y escuchamos tu Palabra, sabemos cuál es hoy tu sufrimiento? ¿Sabemos, de verdad, qué te duele y ante qué cruz tenemos que estar?
Te lo preguntamos y nos quedamos callados para escucharte. Para que nos digas qué significa, en este 2019, serte fiel y qué significa traicionarte, qué significa la cruz y qué significa estar al pie de ella. Sabemos de tu amor infinito y tu misericordia; no dudamos de que nos mirás con ternura, incluso cuando no nos preocupa tu cruz. Pero queremos darnos vuelta e ir al pie de tu agonía. Conocedores de nuestra soberbia y nuestro pecado, acercamos nuestro corazón a vos, para que nos enseñes cuál es tu voluntad, para cada uno de nosotros, pero también para tu Iglesia, tu pueblo, tus actuales discípulos. Danos la gracia de que esta Semana Santa podamos, en silencio, contemplarte en la cruz, traicionado y negado, para preguntarnos “¿seré yo? ¿Cuándo, Señor, cuándo soy yo?”