Todo me ha sido dado,
he recibido la vida como don,
en mis manos se han puesto corazones
Cuidándome se me ha enseñado a cuidar
Yo era un tesoro escondido
hasta que otro,
que antes te había dicho sí,
me descubrió.
Y ahora me invitás a mí
a lustrar lo opaco,
a desenterrar lo sepultado,
a encontrar la Vida
en otros escondida
y festejarla.
Al modo del Sagrado
Corazón de Jesús,
con los ojos abiertos,
con el gesto tierno,
con la presencia certera,
con las manos abiertas y expuestas,
con el oído atento,
con los pies disponibles,
con el corazón enternecido,
con la vida entregada,
en respuesta agradecida
al que cada día
me llena de su Vida.