En el instante último, la fe siempre es un salto al vacío, porque puedes sentir invitaciones, intuir caminos y opciones fecundas pero al final todo recae en un elegir libremente dar ese salto y saltamos atraídos por una promesa que vale el riesgo, confiando en los testimonios y las vidas de quienes saltaron antes. Es que en ningún momento se nos firma una declaración de certezas, quizá la única grabada a fuego en el alma es esta de sentirnos inmensamente amados y nos lanzamos confiados a un amor siempre inabarcable, siempre desbordante.
Nuestro Buen Dios nos va regalando certezas y al mismo tiempo van surgiendo en nosotros otras dudas y otros miedos y aún así, con eso y todo, elegimos confiar, seguir caminando aunque por momentos tambaleantes, decidimos seguir apostando, seguir viviendo en Él porque en cada paso vamos ganando Vida, vamos aprendiendo a amar, vamos aprendiendo a vivir en libertad.
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