Los secretos son secretos porque forman parte de los silencios más íntimos. Por eso no podemos darnos a todos por igual, porque sólo en algunos sentimos que podemos llegar a desprendernos de nuestras verdades, a compartir lo que separamos, lo que abrigamos. No a todos podemos mostrar nuestras cicatrices interiores, las heridas del camino.
Llegamos con el tiempo a dar palabra a lo que nos inquieta y a regalarlas, porque se crea un vínculo, un lazo que nos une a un depósito de confianza.
Un secreto sale desde el corazón de uno, para ir a residir en el corazón de otro. Por eso, una verdadera amistad se gesta cuando se puede compartir desde lo más profundo un reflejo, un retazo, una página de nosotros mismos.