Es en soledad donde uno por primera vez dice: ‘tengo miedo’ y es ahí también en dónde uno llora lo que todavía no sabe pronunciar.
Es a solas en dónde uno se pregunta y se descubre encontrando las respuestas más hondas de la existencia.
Es lejos del ruido donde resuenan las palabras que para bien o para mal nos han marcado.
La soledad tiene mucho de silencio que cuando en verdad callamos puede estar profundamente habitado y es ahí desde donde vamos resucitando.
Es justo ahí, cuando dejamos de huir, el momento en que nos encontramos. Y desde ese entonces vamos dosificando soledad y compañía para que todo sea Encuentro y nada sea huida. Para que todo dé fruto y nada muera infecundo.
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