Me cuesta sentirme merecedora de tu amor tan grande, tan puro, tan infinito.
Me cuesta entender de tu misericordia.
Me cuesta creer que aunque me conozcas, me ames.
Asique sólo me arrojo a tus brazos, mi amado Jesús.
Confío en lo que siento. en tu amor, en tus formas de manifestarte.
Sólo recibo tu Gracia, con los brazos abiertos y el corazon al aire.
Te recibo, te abrazo, te agradezco por el regalo de tu amor.
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