Testimonios de quienes nos vamos dejando resucitar (1)

martes, 26 de abril de

ACEPTAR LO QUE ES

Dios ha ido resucitando en mí la gracia de re-vincularme con mi propia historia, no desde el reproche ni las “cuentas pendientes”, sino desde la aceptación de la vida como un regalo divino, no como un repertorio de metas por lograr (lo que me generaba mucha angustia), sino como una preparación para trascender.

CON OTROS…

En relación a los demás, Dios ha renovado en mí la alegría de saberme hermanado, ligado, conectado con personas que, aún pensando o viendo la vida de diversas maneras, nos sabemos parte de un designio divino, de una voluntad superior que nos une y nos llama al servicio y al amor. A salir de nosotros para hallarnos en cada persona que veamos y en cada tarea que realizamos.

LA CERTEZA DE SABERSE AMADO

En fin, esta conversión que atravieso la vivo como una ofrenda pero también como una donación. Siento que Dios me invita a realizarme con Él y en Él, en el misterio que representa su misericordia, que se derrama en mí y es cauce que me lleva a encontrarme conmigo mismo y abrazarme a otros, es como tener plena confianza en que nunca más caminaré solo (como alguna vez sentí). Esa es la mayor ceguera que Dios ha ido sanando en mí, la obnubilación de creerme por momentos superior (y superado), y en otras ocasiones sentirme inferior (y no merecedor). Soy su hijo amado, con mis errores y aciertos, y cuando esa certeza llega es como una venda que cae de nuestros ojos y nos invita a vivir en la plena libertad que ofrece Jesús, quién no juzga ni condena, pero nos interpela y nos llama a estimar y valorar los momentos, las personas y las cosas que nos dan paz y serenidad.

 

Martín Fuentes

 

Fuente de la imagen: corxalexart