Amar es un trabajo a tiempo completo.
Trabajar es orientar la voluntad hacia un fin, con un sentido, esforzarse por algo, entregarse a la tarea, encaminar los propios pasos hacia donde queremos llegar y disfrutar el proceso de irnos llenando de gozo en el mientras tanto. Gustar internamente el irnos plenificando, gustar el ser lo mejor que podemos ser.
Cada trabajo vivido con sentido es fecundidad para el mundo. Cada vínculo construido como trabajo de amor cotidiano es fuente de profunda alegría, paz y libertad.
Si el sentido de la propia vida y por tanto, del trabajo y de cada vínculo, fuera aprender a amar todo se volvería posible ocasión de Encuentro y aprendizaje.
Si el docente se mantuviera apasionado en su labor más allá de las desilusiones, habría más alumnos sintiéndose mirados y más deseosos de aprender.
Si el vendedor pudiera encontrarse con un otro y mirarlo en su totalidad siendo fuente de humanidad y no un robot tras un mostrador, habría más Encuentros y menos automatización.
Si el amigo pudiera mantenerse atento e irse descentrando para acompañar otros pasos, habría más vínculos que fueran hogar y que animaran a crecer.
Si tanto padre como madre se esforzaran por encarnar con el ejemplo coherente aquello que dicen, habría menos hijos confundidos y más hijos sabiendo hacia dónde y cómo caminar.
Si la pareja supiera a dónde va y de qué modo busca amar y a ello encaminara sus pasos, habría menos soledad, más vaciamiento de uno mismo y más Encuentro real. Habría más parejas que se sintiesen mutuamente hogar, sabiéndose amados en su totalidad.
Si cada día nos encargáramos de trabajar lo que somos y de orientar nuestros pasos hacia lo que hondamente anhelamos ser, la vida cobraría otro color, los días se llenarían de Encuentros auténticamente humanos y a cada uno le florecería dentro el gozo de una vida vivida con sentido.
Trabajar(nos) es incómodo, es decir, nos saca de nuestra comodidad, de lo seguro y acostumbrado, pero es también el único modo de crecer y cuidar lo que somos y lo que se ha puesto entre nuestras manos: nombres, posibilidades de Encuentro y fecundidad y eso es fuente de mucho gozo, paz, esperanza y Vida.
Si el fin de la propia existencia es aprender a amar y dejarse amar, todo, absolutamente todo, se vuelve medio para alcanzar lo que buscamos: amar de verdad.
Fuente de la imagen: corxalexart