Tu presencia en mí
sosteniéndome en el dolor,
limpiando mi mirada
del ‘yo’ que opaca toda imagen
Tú en mí invitándome
a acoger lo de hoy, no más
Tú en mí susurrándome
que me basta tu gracia
para crecer, para reír,
para llorar en paz,
para amar, para vivir.
Tu presencia en otros,
en los cercanos,
en los que se descentran para amar,
en los vínculos antes muertos
que comienzan a resucitar.
Tú en la entrega cotidiana,
en el abrazo amigo,
en los ojos que brillan
y en su hondura se encuentran.
Tú, haciendo del mundo casa,
Tú abrazando y sanando
Tú haciéndonos prójimo
Tú, el Dios cotidiano,
escondido para no escandalizarnos
Tú, hecho regalo
para que jamás creamos merecerte,
ni intentemos poseerte.
Tú, presencia acogedora,
tierna, cercana, omnipresente,
humana.
Tú, mi Dios,
que por tu Espíritu
te sigues encarnando.
Tú, Dios y amigo,
Padre que ama en libertad,
Tú, enseñándonos a amar,
Tú, dándonos de beber tu paz
Tú, Camino, Verdad y Vida,
y en Ti nosotros
haciéndonos Camino,
mirándonos en tu Verdad,
aprendiendo a Vivir en libertad.
Tú en mí,
Tú en otros,
Tú entre nosotros.
Fuente de la imagen: corxalexar