En la intensidad de la vida, la rapidez con la que pasan los días, lo apresurados que van nuestros pasos.
Elijo parar y refugiarme en Vos.
Recostarme sobre tu paz y dejarme acariciar con tu ternura.
Sos la serenidad frente al alboroto que es la vida, Jesús.
Tu mano no deja de sostenerme y apretarme fuerte cada vez que quiero dejarme caer.
Tu abrazo me calma, Jesús, me revitaliza.
Tu sonrisa me recuerda lo bello de esta vida.
Tus caricias enjugan mi llanto.
Tus palabras consuelan.
Tu vida, me hace amarte, Jesús. Tu vida, le da vida a la mía.
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