viernes, 3 de junio de
image_pdfimage_print

 

                                                                                                                                                                               

Tu presencia en mí

sosteniéndome en el dolor,

limpiando mi mirada

del ‘yo’ que opaca toda imagen

Tú en mí invitándome

a acoger lo de hoy, no más

Tú en mí susurrándome

que me basta tu gracia

para crecer, para reír,

para llorar en paz,

para amar, para vivir.

 

Tu presencia en otros,

en los cercanos,

en los que se descentran para amar,

en los vínculos antes muertos

que comienzan a resucitar.

Tú en la entrega cotidiana,

en el abrazo amigo,

en los ojos que brillan

y en su hondura se encuentran.

 

Tú, haciendo del mundo casa,

Tú abrazando y sanando

Tú haciéndonos prójimo

Tú, el Dios cotidiano,

escondido para no escandalizarnos

 

Tú, hecho regalo

para que jamás creamos merecerte,

ni intentemos poseerte.

 

Tú, presencia acogedora,

tierna, cercana, omnipresente,

humana.

 

Tú, mi Dios,

que por tu Espíritu

te sigues encarnando.

 

Tú, Dios y amigo,

Padre que ama en libertad,

Tú, enseñándonos a amar,

Tú, dándonos de beber tu paz

 

Tú, Camino, Verdad y Vida,

y en Ti nosotros

haciéndonos Camino,

mirándonos en tu Verdad,

aprendiendo a Vivir en libertad.

 

Tú en mí,

Tú en otros,

Tú entre nosotros.

 

Fuente de la imagen: corxalexar