Una vez más, me vuelves a mirar en medio del silencios. No se escucha nada mas qué mí corazón latir de amor y alegría porque tu mirada me encontró una vez más. Me dejo caer, agobiado por los problemas qué día a día llevo conmigo. No puedo levantar mis ojos por vergüenza y dolor. Pero puedo sentir qué aún estás ahí, contemplando quién soy realmente delante de tí.
Pero ya no veo tu sombra, pienso qué tal vez te has cansado de qué otra vez me equivoqué. Te busco y no te encuentro. Cuándo me estoy por rendir, siento unos brazos que me abrazan cómo ningún otro, cómo sí fuese el primero. Descubro qué nunca te has ido, sino que a veces te transformas en personas que abrazan, palabras que son caricias, momentos que llenan el alma y es ahí dónde te haces presente.
Una vez más, vuelvo a respirar. Ésta vez un poco más tranquilo pero inquieto, porque tu amor inquieta. Cuando podemos sentirnos amados por vos nos nace un fuego, el fuego del Espíritu Santo que va obrando, y a parir del día uno que nos dejamos abrazar no podemos callar más. Entonces descubrimos que AMAR es mucho más importante que ser amado.
Cuándo uno decide amar sin duda alguna está regalando un poco de sí mismo, y qué hermoso es darse sin reservas y sin demora, prejuicios ni ataduras. Así cómo Jesús. Su muerte fue ganancia para el mundo entero.
Siempre hay alguien que busca y necesita a Dios, ése Dios cercano, amigo y amor. Sé reflejo de Él en la tierra. Qué tus huellas sean refugio. Nosotros con cada acción diaria podemos empezar a cambiarlo desde y por amor. Porque en el mundo pasará, pero el amor no pasará jamás. El AMOR fue, es y será la respuesta, siempre.