Vení Espíritu Santo y renovanos

jueves, 20 de mayo de

“En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad” (Gálatas 5, 22)

Es propio del Espíritu Santo hacernos experimentar en lo más hondo del alma: paz y alegría.

Muchas veces hemos actuado de manera rigurosa y dura ante la fe que hemos recibo en el Bautismo, pensando que así es la manera que Dios ha querido para nosotros, demostrando de esa manera que la vivencia de la fe es algo serio y verdadero.

El Espíritu Santo, es una Persona con espíritu festivo que nos hace: aclamar, aplaudir, alabar, danzar, cantar, celebrar.

Así como todo aquello que no ha sido asumido por el Hijo de Dios, no está salvado; aquello que no ha sido alcanzado por el Espíritu Santo, no está santificado.

En nuestro mundo actual hay mucho dolor, miedo, desigualdad, violencia e injusticia. Pero, en medio de estas realidades dolorosas, si el Espíritu de Dios está en nuestra vida, nada ni nadie podrán quitarnos la esperanza, la fe y el amor –regalos sobrenaturales que hemos recibido en el Bautismo-. Es el Espíritu Santo, quien renueva la vida plena en cada persona.

En Su presencia santificadora podemos reparar nuestras fuerzas, encontrar consuelo, experimentar la alegría verdadera, navegar en el océano de la paz, descansar seguros como los niños en los brazos de su madre.

¡Espíritu Santo, haz que cada día podamos vivir en Vos, que cada día seamos capaces de ser signo de alegría para los que comparten la vida con nosotros!

¡Ven, Espíritu Santo, y renueva en nosotros la alegría verdadera!

 

Carolina Lizárraga, SSpS.