En aquel tiempo, los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: “Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben”. Jesús les contestó: “¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar”. Les hizo además esta comparación: “Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. ¡A vino nuevo, odres nuevos! Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor”.
Hoy el Evangelio de Lucas nos trae una expresión de Jesús que nos invita a la reflexión y nos desafía a una conversión permanente, con su gracias la Gracias del Espíritu; a vino nuevo odres nuevos y providencialmente esta frase del evangelio se nos regala en el inicio de un mes que para nosotros en esta parte del mundo tiene la simbología del renacer a la vida, la primavera, renacer de las flores, la vida que se impone sobre la muerte el color de un tiempo nuevo, la música de un tiempo mejor. A vino nuevo odres nuevos, el vino nuevo del Evangelio requiere, supone, exige el odre nuevo del corazón de cada uno de nosotros.
Pidámosle al Señor que en Cristo quien nos revela el misterio profundo de cada uno de nosotros podamos ser hombres y mujeres nuevos para un mundo mejor.
Que tengas un hermoso día.